La primavera me recuerda a Quito: sus flores, el clima, el sol y la lluvia al mismo tiempo.
Los arcoiris. Los arcoiris siempre me traen buenos recuerdos a la mente. Recuerdo que una vez fui a refugiarme en la casa de Naomi, durante una gran tormenta. Mientras tomábamos un té caliente, la lluvía remitía y leves rayos de sol se abrían paso entre las nubes. Un arcoíris se formaba... caía un leve rocío sobre las plantas de su balcón... era totalmente hermoso.
Mientras iba en el metro, veo a al gente correr. Odio las ciudades cosmopolitas, me parecen muy superficiales e hipócritas. Pero estoy convencida que hay alguien que pueda ver y entender el mundo como yo lo veo.
Horas más tarde me dirigía a mi trabajo. La jornada será dura, tal vez terminemos a las dos de la mañana. Servir un plato no es simplemente tirarlo en la mesa. Yo no trabajo por recibir un sueldo, o una propina a cambio; trabajo para que el cliente disfrute con la comida, se divierta alrededor de ella. La comida es todo un arte. El verdadero cocinero no cocina por vanagloriarse, sino que lo hace para transmitir nuevas sensaciones y experiencias, lo hace para y por el cliente.
Alrededor de la comida se reunen familias, parejas, negociantes y un sinúmero de personas. Es una de las mejores maneras de relacionarse y socializar con las demás personas. Colores, sabores, todo se mezcla en una comida... bebidas, olores... Todo se mezcla y forma una sinfonía.
1 comentario:
yo quero un arcoiris hechocon el verde de tus ojos
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